Aspectos generales de la condición humana

Aspectos generales de la condición humana

Hamlet “ser o no ser”.
Imagen de autor desconocido,  Wikimedia Commons.

Introducción

Hannah Arendt, filósofa alemana, nos habla de su preocupación por la supervivencia humana. Sobreviviente del holocausto judío, en su filosofía nos narra cómo fueron posibles los totalitarismos que casi destruyen a la humanidad y a la Tierra en las guerras mundiales. También nos habla de cierto carácter tramposo que tienen ciertos hombres al aceptar empleos que perjudican a otros con el término de “la banalidad del mal”. La idea que vamos a seguir en este texto es la condición humana, con el texto de la filósofa con el mismo nombre. En este texto, Arendt nos invita a conocer los límites y anhelos del ser humano, en donde se ubica, qué lo hace humano y qué podría salir mal si se descontrola.

Hannah Arendt 
Imagen de Elya. Wikimedia commons

Aunque Hannah Arendt es una de las primeras filósofas que ocupa el concepto de condición humana, como muestra de nuestro modo de ser determinante en el andar como seres humanos rodeados de ciertas características, tanto internas como externas, no es la única que habla del tema. Desde la antigüedad se ha intentado hablar de cómo es que el ser humano se determina ante sí mismo y ante los demás. Aristóteles hizo un esfuerzo en tratar de encontrar lo que nos caracteriza a los humanos de los demás animales, y por ello se hablará en este ensayo sobre la condición humana en la época antigua. En la modernidad comienzan a retomarse las ideas de Kant para derivar la cuestión de la dignidad humana desde el punto de vista de la autonomía. Arendt realizará una idea de la condición humana a través de su experiencia en las guerras mundiales y a través de la filosofía que la antecede.

Por último, tendremos la concepción final de condición humana ligada a un concepto de dignidad humana, que se apoya de toda la filosofía antes expuesta, para definir lo que hace de la vida humana, una vida auténtica y con valores, que a su vez, se defienden en los derechos universales.

Los capítulos de los que consta el siguiente ensayo son los siguientes:

-La condición humana en la época antigua, La condición humana después de la modernidad y La dignidad humana como criterio de la condición humana.

La condición humana en la época antigua

La filósofa confiaba en que su idea de acción sentaría las bases de una nueva idea de la historia. Para Arendt, no había conocimiento histórico neutro, ni punto de vista privilegiado porque la historia es un relato que nunca termina. Para ella, hay un deseo en el ser humano de escapar de la Tierra, de hacer seres humanos en probeta para crear seres humanos mejores que los que vemos, genéticamente modificados, porque en el fondo lo que desean es “escapar de la condición humana” (Arendt, 2018, p. 15). Parece haber una especie de guerra en contra sí mismo, y algunos seres humanos presumen de que se podrá generar pronto otro tipo de ser humano superior al que conocemos, pero tampoco hay que olvidar, que, así como se puede generar otro tipo de humano, también se puede aniquilar la existencia si no se tiene cuidado. Este tipo de decisiones no se le pueden dejar solamente a los científicos o políticos en turno. 

Tampoco podemos esperar a que máquinas hablen y piensen por nosotros, no podemos dejar manejarnos a merced de las máquinas irreflexivas. La automatización en su máxima expresión podría en un futuro desalojar a los humanos de las fábricas, librándolos de trabajar, y ese deseo de liberarse del trabajo arduo, es parte de nuestra condición humana. Desde la modernidad parece que se glorificó el trabajo con el que se transformaría a la sociedad, pero se ha vuelto contraproducente, pues la sociedad ahora piensa más en las cuestiones de la libertad. A todo esto. que se ha dicho, hay que añadir a una gran cantidad de personas que se encuentran en edad de trabajar, pero sin trabajo, sin la única actividad que les queda. (Arendt, 2018, p. 17).

Arendt considera que la condición humana se resume en tres actividades fundamentales: labor, trabajo y acción. Son las condiciones básicas que le han dado vida al hombre en la tierra. La labor está relacionada con el proceso biológico del cuerpo con sucesos tales como: nacer, crecer, reproducirse y morir. Son las necesidades del proceso de la vida. El trabajo no es natural en la vida, es artificial, inventada. La acción pertenece a la pluralidad, es decir, vivir y habitar en el mundo, la política. La filósofa considera que la política es la condición humana por excelencia porque: “todos somos lo mismo, es decir, humanos, y por tanto, nadie es igual a cualquier otro que haya vivido, viva o vivirá.” (Arendt, 2018, p. 22). La labor asegura la existencia de la especie humana. Arendt consideraba que somos seres condicionados porque todo con lo que tenemos contacto se convierte en condición de nuestra existencia. Estamos siempre generando nuestras condiciones con el mismo poder que tienen las cosas que emergen de la tierra. 

Nuestra filósofa, a fin de identificar las condiciones que los seres humanos generamos, estudió en Aristóteles tres modos de vida que tienen relación con lo bello y no con lo necesario, son las siguientes: la vida del disfrute, la política y la filosofía. La vida del disfrute, se encuentra en los placeres corporales y lo bello, los asuntos de la política producen bellas hazañas si es bien llevada, y la vida del filósofo está en la dedicación a la contemplación de las cosas eternas.

Tiempo después se descubrió que el mundo de la política no cubría todas las actividades más elevadas del humano porque lo que el humano debe de recordar es su mortalidad, pues no va a ser eterno. Somos los únicos mortales con existencia, porque otros animales aseguran su inmortalidad con la procreación. En cambio, el humano siente su muerte de manera individual y la única manera de suavizarla es realizando cosas: trabajos, actos y palabras, que hacen a los humanos inmortales. Esto es, querer dejar un legado antes de morir.

La libertad se consideraba como lo que ahora conocemos como felicidad, que dependía directamente de la riqueza y la salud. Ser pobre o enfermizo indicaba estar sometido al yugo de las necesidades físicas, estar esclavizado y ser sometido a la violencia del hombre. Existe una diferencia entre la concepción de libertad entre antiguos y modernos, para los antiguos, la libertad implica una libertad colectiva, se predica del grupo, no del individuo. 

La esfera de lo privado, en la antigüedad, significaba hallarse desprovisto de algo, como una falta de capacidades. “Un hombre que sólo viviera su vida privada, en la esfera pública, o que, a semejanza del bárbaro, no hubiera elegido establecer tal esfera, no era plenamente humano.” (Arendt, 2018, p. 49).

En este mundo premoderno la autonomía no se aplicaba a los individuos, sino a las organizaciones políticas, no es un concepto moral, sino político. Los griegos tenían bien definido lo que significaba una vida buena, definiéndolo Aristóteles como: “… el bien es aquello a lo que todas las cosas tienden.” (Barranco, 2016, p. 32). El fin de la política era vivir bien, que implicaba actuar bien, conforme a la virtud. No había moralidad, sino vida buena. 

Los seres humanos no nos imaginamos sin los otros porque esa es nuestra condición humana, vivir en conjunto con otros. somos seres capaces de comprenderse a través del discurso y es justo lo que nos convierte en animales racionales. La pura violencia no engrandece a nadie, en cambio vivir en medio de la palabra, la educación y la persuasión genera mejores condiciones entre nosotros.

Para sobrevivir necesitamos de los demás, las comunidades nacieron de la necesidad y por ello, la misma comunidad siempre ha regido las actividades que se desempeñan. Incluso, la economía adquirió su carácter científico cuando se formaron las sociedades y siguieron modelos de conducta. 

Todas estas ideas pertenecen al mundo pre moderno, que siguen el pensamiento griego de Aristóteles en cuestión de la condición humana, en donde la autonomía no era una cuestión individual sino pública en el gobierno de la organización pública. El tema no era la moralidad, sino la idea de vida buena para el hombre.

La condición humana después de la modernidad

Diego Rivera, Gloriosa victoria.
Imagen de TortugaHalo,  Wikimedia Commons.

En la modernidad el ser humano pudo ver un resultado no tan positivo de la actividad política, pues reduce a las personas a la calidad de comportamiento, y no de acción. El ser humano es adiestrado para actuar de cierto modo condicionado, la conducta social se ha convertido en modelo de todas las fases de la vida. El trabajo se convirtió en acciones repetitivas durante miles de años, en un proceso circular, monótono y de repetición, aunque gracias a este trabajo, el mundo ha sido modificado. Vivir una vida sin los demás, significa estar privado de cosas esenciales, de la realidad, de lo que sucede en el mundo y es como si no existiera. 

Arendt considera que las sociedades donde imperan gobiernos burocráticos, o gobiernos de nadie, pueden despertar tipos de gobierno malos como la cruel tiranía. Esta sociedad espera normalizar las conductas de sus ciudadanos. Es decir, imponer en todos sus miembros un tipo de conducta imponiendo normas muy variadas, evitando así que entre los ciudadanos pueda haber un sobresaliente o con acciones espontáneas. A esto se le llama la sociedad de masas, con la que se controla a los individuos de una sociedad determinada, sin necesidad de meter la fuerza. 

Esta sociedad de masas representa una igualdad moderada que se destaca por su conformismo, donde se reemplaza conducta por acción. Antes, en la sociedad antigua, cada ser humano tenía que distinguirse de otro por sus virtudes, podían mostrar con orgullo quienes eran. 

Una de las ciencias posibles con la modernidad fue la economía, cuando los hombres se convirtieron en seres sociales siguiendo modelos de conducta, descartando aquellos que no quisieran seguir estos comportamientos, señalándolos como anormales. 

Hablar actualmente de la condición humana consiste en la vida privada y la vida pública. Recordando que “todas las actividades humanas están condicionadas por el hecho de que los hombres viven juntos.” (Arendt, 2018, p. 37). 

En la época antigua, la esfera privada se refería al núcleo familiar, donde se cuidaba y se garantizaban las necesidades vitales y la supervivencia como especie. La economía actualmente nos da la apariencia de que puede garantizar la vida, aunque en malas manos, puede acelerar nuestra extinción. 

Lo que para nosotros hoy es excelencia para los griegos antiguos era otra cosa, hoy la excelencia se mide en el trabajo, para los griegos antiguos era la “virtud”, asignada a la esfera pública en donde se podía sobresalir ante los demás. Ahora podemos llegar a la excelencia en el trabajo en el que nos desenvolvemos, pero la capacidad para la acción y para el discurso, se esfumaron en público, ahora son solo parte de lo privado.

Habrá que hacer un paréntesis en la condición política de los antiguos griegos, que no la tenían plenamente todos los hombres y no todos podían llegar a ejercer las virtudes, esta condición no la compartían los hombres, los niños, ni los esclavos. Solo era ciudadano, aquel hombre que era propietario, dotado de argumentos para la política, por ello, “la comunidad política no se establece entre todos los seres humanos, sino entre los ciudadanos, hombres griegos adultos y libres, que son los identificados como seres morales”. (Barranco, 2016, p. 38). 

Lo público significa que se puede ver y oír todo lo que la gente tiene que exponer y decir, se le hace la más amplia publicidad. Vivir juntos significa: “que un mundo de cosas está entre quienes lo tienen en común.” (Arendt, 2018, p. 62). 

La esfera pública se hace difícil, no por el número de personas, sino la pérdida de capacidad para poder agruparlas, relacionarlas y separarlas. El mundo común es el lugar al que venimos al nacer y dejamos al morir y sobrevive con las generaciones. El mundo es el que construye la sociedad y donde nos toca habitar, es distinto al concepto de Tierra, que se relaciona con la naturaleza del planeta.

Vivir una existencia de manera privada significa estar privado de ser visto y oído por los demás, realizando nada más que la propia vida, cuestión que se va convirtiendo en el fenómeno de la soledad. La sociedad de masas quita al hombre su lugar en el mundo, su hogar privado donde se siente protegido. 

Llegada la modernidad, la propiedad fue perdiendo su valor que estaba determinado por su posición e intercambios y se le relacionaba con el dinero. La propiedad moderna dejó de ser de todos, y pasó a ser de una persona, no de una comunidad.

La dignidad humana como criterio de condición humana

Marchas de la dignidad.
Imagen de DnTrotaMundos, Wikimedia Commons.

La condición humana moderna está ligada al concepto de la dignidad humana. Y la dignidad humana está relacionada, a su vez, con los conceptos de razón y de autonomía. Razonar, es decir, escribir y pensar, debe ser autónomo y no debe estar regido por ningún tipo de ley o autoridad. Esta forma de ver la condición humana a través de la autonomía está definida por Kant, y tiene como fundamento la libertad. 

Autonomía y razón, son los rasgos que definen al ser humano moderno y su dignidad. Siguiendo a Kant, la libertad es el fundamento de la razón, su máxima es: “…obra de tal modo que la máxima de tu voluntad siempre pueda valer al mismo tiempo como principio de una legislación universal.” (Barranco, 2016, p. 50). Este es el imperativo categórico kantiano que invita a que cada acción realizada se pueda generalizar. Esto es, que, al realizar alguna acción, que sea en provecho para la humanidad en general, es decir, que las acciones libres sean en beneficio de todos y que, si todos realizaran esas mismas acciones, estuvieran también dirigidas en beneficio propio y de los demás. Esto solo se obtiene si las acciones libres están proporcionadas por la razón. 

Esta máxima implicaría no tratar a los demás como medio, sino como fin, porque todos los seres humanos tenemos “…racionalidad y posibilidad de autodeterminación, y de esta última se desprende la personalidad moral.” (Barranco, 2016, p. 51). A esto, Sánchez Vázquez interpreta en Kant, que una acción puede cumplirse conforme al deber, “…pero no por deber, sino por inclinación o interés, cuando actuamos como seres racionales.” (Sánchez, 1969, p. 153).

La dignidad es el presupuesto que se le atribuye a los derechos humanos y define la dignidad. Esta dignidad está definida en dos sentidos, el primer sentido se encuentra en el modo kantiano, desde la perspectiva de la autonomía en la capacidad de elegir y ser moralmente independiente. El segundo sentido se encuentra en las siguientes capacidades: la construcción de conceptos, razonamiento, el arte, el diálogo, la comunicación y la sociabilidad. Por lo tanto, la dignidad se constituye con los siguientes referentes: “…capacidad, autonomía, independencia y responsabilidad.” (Barranco, 2016, p. 51).

¡Es el momento de revisar lo aprendido!