Dimensiones morales y estéticas del arte

Arte contemporáneo y posmoderno: ruptura con el sentido tradicional del arte como objeto de goce estético.

No será hasta la posmodernidad, a finales del siglo XX, cuando, dentro de las diversas alternativas que presenta, el campo de lo estético se vuelve a resignificar como el conjunto de objetos, fenómenos o procesos que cumplen una función estética, independientemente de que la función estética sea la dominante o que coexista con otras funciones (artes decorativas, artesanía, objetos cotidianos), o que se subordine a la función práctico-utilitaria (arquitectura, industria, técnica). Se vuelve a tratar de unificar las funciones de un objeto y verlo como algo integral y no sólo como algo “digno de contemplarse”.

Después del Renacimiento se comienza a aceptar que la obra de arte no sea imagen fiel de la realidad. Basta con que aluda a tal, que la recuerde. Esto implica que la figura seguirá siendo el elemento predominante, pero ya no esperando que sea idéntico; es decir, desde el Renacimiento hasta el inicio de este siglo, la imitación de la realidad era el eje predominante, aunque poco a poco se empezó a entender que el arte no era sólo copia de la realidad, sino que podía ser otra cosa; es más: se empezó a pensar que tenía derecho a ser otra cosa, con lo que surge la tendencia opuesta, en donde se crean obras que se alejan totalmente de la realidad y que provocan mucha resistencia en el espectador.

“Dali atomicus” de Salvador Dali, ejemplo de obra surrealista en la que toda la composición está diseñada para crear una atmósfera en la que nada se corresponde con la realidad, por ejemplo la trayectoria del agua, los muebles flotantes y la postura del artista. imagen de Szymonel, Wikimedia Commons

Pero esto no es todo: nuestra manera de ver se vio condicionada a esperar que lo representado se pareciera a la realidad, pero también que fuera un arte para contemplarse. Prevaleció la idea de preguntar: ¿Qué es lo que representa? Esperando siempre que se nos diera una cierta imagen identificable con un cierto valor derivado de su función contemplativa.

La lectura del arte se ha vuelto muy difícil, pues al dejar de ser una imitación (mimesis), como decía Aristóteles y la tradición clásica, no es suficiente solamente con ver el mensaje que transmite el artista a través de la figura, en cambio ahora para comprender el arte necesitamos varios recursos culturales, como ciertos conocimientos de apreciación estética, de historia del arte, etc. No obstante, podemos adentrarnos en el sentido, la razón de ese ser; es decir, en entender por qué el arte pictórico se fue alejando de la figura lineal, a las manchas, inclinándose hacia lo abstracto, a lo conceptual, a lo mínimo; en entender por qué dejó de ser importante imitar, por qué y cómo aparecieron otras variables. Al entender estos aspectos superaremos poco a poco esa resistencia y entraremos en las verdaderas dimensiones de nuestro tiempo.

Actividad H5P

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