La decadencia del imperio romano y el inicio de la era feudal

Hemos visto que los seres humanos han desarrollado distintos modos de producción a través de la Historia. Dedicaremos un espacio para revisar con más detalle la decadencia de la más destacada sociedad esclavista de la Antigüedad tardía: el Imperio Romano. Nos interesa este caso en particular, pues su desintegración tuvo como consecuencia el surgimiento de un modo de vida distinto: el feudalismo, sobre el cual surgirían las raíces del capitalismo.

Según la leyenda, Roma fue fundada por Rómulo y Remo en el año 753 a.C. Más allá de los relatos tradicionales, se afirma que los primeros asentamientos sobre esa área datan del siglo VIII a.C. De ser una pequeña ciudad, Roma se convirtió en un poderoso Estado y posteriormente en un imperio que alcanzó su máxima extensión durante el gobierno de Trajano, hacia el año 117 d.C.

En la siguiente animación podrás identificar cómo fue la expansión romana y su posterior decadencia

Dentro de los márgenes de este imperio surgió el cristianismo, que inició una rápida expansión. En principio, los romanos consideraban que el cristianismo era perjudicial, pues reivindicaba el monoteísmo y rechazaba el culto al emperador. A lo largo de los siglos II y III la persecución en contra de los cristianos fue sistemática; no obstante, la nueva religión seguía ganando adeptos y, para el año 313, el emperador Constantino emitió un edicto de tolerancia religiosa. A partir de entonces, la expansión del culto cristiano se diseminó muy rápidamente por el imperio romano. A largo plazo, el cristianismo se convirtió en una fuerza unificadora de toda Europa Occidental.

De acuerdo con Burbanck y Cooper (2011:57) la riqueza de Roma durante su época de esplendor dependía de la agricultura, los metales preciosos y otros recursos naturales, y de la capacidad de tratar, transportar e intercambiar dichos bienes. Las pequeñas haciendas y las grandes fincas eran explotadas por hombres que tenían una autoridad patrimonial sobre la tierra, sobre los esclavos, sobre los operarios de condición libre y sobre su familia (…)”. Muchas poblaciones circundantes fueron sometidas por la fuerza, aunque algunos pueblos aceptaron unirse al imperio como confederados; las tierras recién apropiadas proveían al imperio de distintos productos, pero esas regiones también establecían relaciones comerciales con otros dominios o provincias. Por otra parte, “los romanos gravaban con impuestos la tierra, las personas, las herencias, la posesión de esclavos, las importaciones y las exportaciones”, lo cual permitía contar con recursos para sostener al ejército, indispensable para continuar las conquistas y para mantener el orden interior. Por lo tanto, dentro de las fronteras del imperio pero también hacia el exterior, se desarrollaba una intensa actividad comercial. Hacia fuera, la Ruta de la Seda articulaba el intercambio comercial y cultural entre Roma, el Lejano y el Próximo Oriente.

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Como hemos mencionado, el Imperio Romano alcanzó su máxima extensión en el año 117 Después de Cristo. El inmenso territorio abarcado se había vuelto cada vez más difícil de mantener bajo control: era preciso abatir las frecuentes rebeliones internas pero, asimismo, resguardar las fronteras que eran continuamente amenazadas por invasores externos. Fue así que el Imperio se dividió en dos: Imperio Romano de Occidente, con capital en Roma, y el Imperio Romano de Oriente (o Imperio Bizantino), que tendría su capital en Constantinopla (ciudad fundada años atrás por Constantino).

La desintegración del Imperio Romano de Occidente

El Imperio Romano de Occidente se desintegró en el año 476, a causa de dificultades internas pero también como consecuencia de una fuerte oleada de invasiones de pueblos germánicos.

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En cambio, el imperio romano de Oriente se mantuvo en pie hasta 1453 aunque enfrentó también varias invasiones.

La caída del Imperio Romano de Occidente marcó el inicio de un período histórico que conocemos como la Edad Media. Abarcó diez siglos (desde el siglo V hasta el XV). Dicho periodo se subdivide para su estudio en dos grandes épocas: Alta Edad Media (siglos V al X) y Baja Edad Media (siglos X al XV).

Observa la línea del tiempo e identifica las características de cada uno de estos períodos:

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Podemos enumerar así las características de la Alta Edad Media:

  • Decadencia de la vida urbana, del comercio y de la economía monetaria (el comercio y el uso de la moneda se redujeron drásticamente)
  • El retorno a una economía natural (se produce lo necesario para subsistir)
  • Continuas invasiones sobre Europa Occidental (pueblos germánicos, musulmanes, escandinavos, húngaros)
  • Invasión de turcos selyúcidas sobre el Imperio Romano de Oriente

En contraste, la Baja Edad Media representó:

  • Una mayor estabilidad (cesaron las grandes invasiones)
  • Recuperación del comercio local y a larga distancia
  • Recuperación de la vida urbana, y de la producción artesanal
  • Incremento de la producción agrícola, gracias a la revolución tecnológica
  • Aumento demográfico

Durante la Alta Edad Media, los invasores germanos adoptaron gradualmente el culto católico que ya estaba fuertemente enraizado en la sociedad romana; fundaron reinos, entre los que destacó el de los francos, sobre el cual Carlo Magno dio forma a un nuevo imperio (el Imperio Carolingio) en el año 800. Para llevar a cabo sus conquistas y para organizar mejor su imperio, Carlomagno necesitaba recursos. Como en su época la moneda era escasa, el emperador encontró un buen medio para pagar los servicios militares, religiosos y administrativos que los señores le prestaban: concederles tierras o feudos.

Cada señor que gobernaba un territorio tenía poder sobre él y ejercía diversas funciones:

  • Administraba justicia en asuntos menores (por ejemplo, en el caso de robos o pleitos entre vecinos).
  • Tenía bajo su mando un pequeño ejército para la defensa del feudo, aunque también debía ponerlo a las órdenes de un señor feudal de mayor rango.

Cuando Carlomagno murió (en 814) su Imperio se fragmentó. Los antiguos vasallos del rey se convirtieron en señores de otros vasallos menores; así fue como las comarcas que anteriormente habían formado parte del Imperio carolingio, se dividieron en un sinnúmero de pequeños y medianos señoríos. Esto sucedió en Francia, Germania y el norte de Italia, así como en los sitios donde el cristianismo se había establecido: Inglaterra, Escocia, los reinos escandinavos, Polonia, Hungría, Bolonia y los pequeños reinos del norte de España. Se desató entonces una gran violencia de unos señores contra otros, incluso contra reyes, a lo que se agregó una nueva oleada de invasiones (los vikingos escandinavos, los húngaros y los sarracenos) que sembraron el terror y el caos en la Europa occidental a lo largo del siglo IX.

Es en este contexto que se consolidó el feudalismo. ¿En qué consiste este modo de producción?

Según el historiador Perry Anderson, el feudalismo fue un modo de producción que giraba en torno a la tierra. Recordemos que durante la Alta Edad Media la economía monetaria decayó, lo mismo que el comercio a larga distancia. Europa volvió a una economía natural, es decir, se producía casi solamente para el consumo y el intercambio comercial se redujo al mínimo. Esta sociedad era fundamentalmente rural. De acuerdo con el mismo autor, la inmensa mayoría de los campesinos estaban adscritos a la tierra; esto es, se les impedía jurídicamente abandonar la tierra y estaban obligados a trabajarla y entregar una renta en especie o dinero al señor local. Éste, a su vez, había recibido la tierra de otro noble de mayor jerarquía, a quien debía prestar servicio militar en caso necesario. Esta cadena continuaba hasta llegar al rey quien -a pesar de ubicarse a la cabeza de la pirámide social, no ejercía un poder absoluto. El rey carecía de un ejército permanente; su ejército estaba integrado por la aristocracia guerrera que integraba toda esa cadena de relaciones vasalláticas. El rey era el primero entre iguales, pero su autoridad no era incuestionable.

Por ello, se dice que durante el feudalismo la soberanía (la capacidad de ejercer el poder) estaba fragmentada.

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Actividad H5P

Instrucción para el alumno: ¡Es el momento de revisar lo aprendido!