Ficción, verosimilitud y pacto de ficción en textos narrativos literarios: cuento y novela

La ficción literaria

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“Vi un pájaro. Dicho así no hago más que comunicar una oración enunciativa. La palabra <> no expresa la totalidad de mi experiencia, sino que apunta a un concepto que es el común denominador de innumerables pájaros en las experiencias de innumerables personas”.

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“Lo que de veras vi no fue un pájaro cualquiera, de esos que cualquier vecino pudo haber visto. Vi nada menos que a un colibrí.”

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“Yo era niño, y en aquella mañana de primavera vi por primera vez, en el jardín de mi casa, en La Plata, a ese colibrí único que picó una flor, la dejó toda temblorosa y se fue rasgueando con un ala la seda del aire”.

Imagen de UNAM

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“Intuí no solamente a mi colibrí, sino también el pudor de la flor, la sorpresa del cielo, mi envidia por la libertad de ese vuelo audaz, el presentimiento de que nunca sería capaz de contarle a mamá los sentimientos que se me daban junto con eso, <>, una visión inexpresable que, sin embargo, me urgía a que la expresara”.

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“Si hubiera objetivado en palabras la plenitud de tamaña experiencia personal yo habría hecho literatura”.

La ficción nos hace humanos

En la introducción a “Ficción literaria”, Anderson Imbert, destaca la diferencia entre ser enunciativo, usar expresiones simples como “vi un pájaro”, y configurar mensajes escritos con intención literaria en los cuales se percibe un esfuerzo por “objetivar en palabras” (representar la realidad por escrito). Enrique Anderson recurre a la experiencia de ver un colibrí y se detiene en explicar el intento de atrapar dicha experiencia para representarla en palabras con la mayor plenitud posible; hace una pausa en el momento de ver un colibrí mientras a su vuelo picaba una flor; recurre a la descripción del colibrí, de la flor y del espacio, usa adjetivos, la metáfora y la prosopopeya para entonces, transmitir al lector la totalidad de aquella experiencia. Ese episodio da cuenta de que la literatura toma situaciones de la realidad y las representa, no en un sentido de lealtad informativa, pero sí de lealtad emocional. La literatura recrea la realidad y transita por un proceso creativo que implica a la ficción. 

Por su parte, Jorge Volpi afirma que “la ficción nos hace humanos”. Es una tesis en la cual se destaca que la estimulación de acciones neuronales y la conformación del yo, suceden también a través de la palabra en la literatura. Ello contrarresta la idea de que la literatura tiene solo la función de entretener. Mientras leemos ficción decodificamos palabras que procesamos en el cerebro como imágenes. Es decir, recreamos en el cerebro a modo de una película interior. Nos identificamos con los personajes, empatizamos con algunos aspectos e incluso, predecimos estimulando nuestra participación. Al leer un cuento o una novela, usamos conexiones neuronales. Otro efecto, es lo que atribuimos a nuestra conciencia: por decir, abonamos al “yo pensamiento” cuando hacemos significativo el acto de leer reproducciones de la realidad (aunque estén determinadas por la ficción). Y además, generamos emociones; al igual que ver una película, la narrativa, la poesía, el teatro apelan al goce estético, vinculan al receptor con sus emociones. Entonces, al leer literatura ejercemos habilidades del conocimiento lingüístico al decodificar la palabra y reconocer estructuras gramaticales; asumimos la experiencia lectora con el reflejo del yo (en el otro, los personajes); y experimentamos el efecto emocional. En conclusión, al ser lectores literarios ejercemos un fenómeno cerebral complejo y único de los seres humanos.

Practica comprensión lectora y da cuenta de la ficción como cualidad de la literatura.

¿Qué es lo que hace que un texto sea literario? ¿Y cómo se distingue de lo no literario?

“La filosofía ya nos ha dado la respuesta. La realidad en sí –nos dijo Kant– es incognoscible: sólo conocemos fenómenos. Las sensaciones se convierten en intuiciones al entrar en las formas de nuestra sensibilidad y las intuiciones se convierten en conceptos al entrar en las formas de nuestro entendimiento (…) Las intuiciones sin concepto serían ciegas y los conceptos sin intuición estarían vacíos”.

A partir de esta explicación filosófica de cómo nos expresamos y nombramos al mundo que nos rodea, el escritor Enrique Anderson Imbert, concluye que hay dos clases de conocimientos, es decir, dos modos de abstraer y representar a los fenómenos de la realidad:

Conocimiento intuitivo

Relacionado a la poesía o expresiones literarias con tendencia metafórica a partir de la experiencia personal, con poder artístico y en forma de ficción que libera a la vida. Esto es literario.

Conocimiento conceptual

Relacionado a la ciencia, con tendencia discursiva hacia explicaciones racionales, con el poder de la lógica que limita a la experiencia personal. Esto es no literario.

Actividad H5P

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