Los límites de la libertad

El hombre, a diferencia del animal, quien responde ante las provocaciones de su medio de una manera estructurada y no cambiante, capta los estímulos de su medio y, ante estos, puede imaginar un sinnúmero de posibilidades. Entre más inteligente y creativo sea, será mayor la capacidad de respuestas. Asimismo, una vez elegida una respuesta, el hombre tiende a justificar su elección a través de la razón. Lo anterior nos lleva a repetir, como dicen algunos autores, que el hombre fue “condenado a ser libre”. Y en efecto, es forzosamente libre, no puede no serlo dada su propia estructura de existencia, porque, como acabas de leer, tiene necesariamente que elegir y justificar sus elecciones. Por eso, los filósofos existencialistas de mitad del siglo XX sostenían que “no somos libres para dejar de ser libres”.

Entonces, si definimos la libertad en función de nuestra capacidad de elección, es menester que…

El problema fundamental de la libertad consiste en conocer sus límites y en saber elegir. 

Según algunos pensadores, estos puntos únicamente nos permiten elegir “entre lo que se nos ofrece”, de manera tal que lo que buscamos son mayores beneficios y menores costos. Esta línea sigue a Aristóteles y a los utilitaristas; sin embargo, existe otra manera de enfocar el problema de la libertad, la de pensar no sólo en los medios, sino en los fines a la manera kantiana. El pensar en los fines hace que el hombre se proponga sus propias leyes de la libertad o leyes morales. Estas leyes son en sí mismas, es decir, independientemente del uso de la voluntad, y de los actos erróneos que cometamos, el hombre se da a sí mismo una ley que está detrás de él, y esto muestra que el hombre puede poseer un manejo autónomo de la libertad. El ejemplo máximo de esta ley es el llamado imperativo categórico de Kant, mismo que exhorta:

Obra de tal manera que el motivo de tus actos pueda ser una ley universal.

Esta ley nos permite ir más allá de los medios; de ahí la idea de autonomía. Nos permite organizar la convivencia con otros seres humanos, pues este tipo de ley puede prevenir las consecuencias de nuestros actos. Ante esta definición, Hegel dice que se está hablando de una idea de libertad que, aunque con autonomía, no es más que una ley en abstracto y no se aterriza en la idea de una libertad concreta. Y en efecto: para que funcione una ley del tipo de Kant, se necesita que todos reconozcamos esa ley. De no ser así no se puede decir que sea autónoma. Partiendo de la crítica de Hegel, podemos decir que necesitamos de las instituciones para poder convivir en libertad.

Varios pensadores crearon conceptos que limitaba los alcances de la libertad humana. Uno de ellos es el determinismo, que actualmente está asociado con las limitaciones dadas por la genética. Imagen de Touam, Wikimedia Commons.

Actividad H5P

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