El nombre Colegio de Ciencias y Humanidades ¿te dice algo? En febrero del 2022, cumplió cien años de vida el abogado y sociólogo Pablo González Casanova, fundador formal de nuestro colegio y de la conformación del modelo originario que ayer como hoy reivindica la necesidad de construir la educación científica en conjunto con el pensamiento humanista. En el mundo actual en el que prevalece para ciertos sectores un detrimento de todo aquello que no presenta una utilidad y ganancia inmediata hablar de las humanidades resulta obsoleto, por ello, podría decirse que el modelo de nuestro colegio es una educación de resistencia, la cual, por cierto, tiene una amplia aceptación y reconocimiento. Pero seamos un poco más precisos antes de abordar propiamente nuestro tema, en nuestra universidad el sistema de Humanidades se divide en dos grandes áreas: Ciencias sociales y Humanidades. En la primera entran la Economía, la Antropología, el Derecho, la Politología, la Administración pública, entre otras, que analizan en su conjunto a la sociedad, y en la segunda la Filosofía, el Arte, la Filología y la Historia que se encarga de lo concerniente al ser del hombre. Las exigencias pragmáticas alentadas por el sistema económico han conducido a una mentalidad reduccionista sobre el tipo de conocimientos que habrían de privilegiarse; sin embargo, las consecuencias de sostener un modelo económico que ha tenido repercusiones de manera global apuntan a otra situación. Es decir, la presencia de las humanidades no solo es necesaria sino ineludible para poder estudiar y analizar el momento histórico actual. El carácter crítico de estas áreas del conocimiento nos muestran los procesos que nos han conducido al cambio climático, al deterioro ambiental, al reduccionismo emocional que se presentan en las redes sociales y a la crisis moral de las sociedades. Pero también han apostado por hacer una prognosis de los acontecimientos, lo que para la ciencia financiada por los grandes capitales resulta un problema.
El área de las humanidades y de las ciencias sociales han sido objeto de revisiones teóricas que sostienen una visión de lo que tendría que considerarse como conocimiento certero de la realidad. Desde siglos atrás la pauta estaba delineada, pero en el siglo XX y XXI la ruptura fue fuertemente alentada. En cuanto a la filosofía, no han sido pocos los filósofos que han tenido debates en torno a la pureza del método científico y la consideración científica de la filosofía. Los debates entre Eli de Gortari y Mario Bunge y el de Adolfo Sánchez Vázquez y Luis Villoro sobre el tema de la ideología y la ciencia, son un claro ejemplo de las discusiones contemporáneas al respecto. A propósito de estos debates, habría que llamar la atención sobre la orientación positivista que se ha privilegiado sobre la concepción de ciencia, David Chalmer en su libro ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? considera que no necesitamos una categoría de ciencia para decidir qué área puede ser considerada o rechazada como no ciencia, por el contrario, toda área del conocimiento tendría que hacer una valoración de sus fines, que pueden ser diferentes de lo que se comúnmente se piensa, los medios para lograr esos fines y el grado de éxito alcanzado. La crítica no estaría ausente, por el contrario, se pueden criticar sus fines y la pertinencia de sus medios con la posibilidad de que hubiera algunos otros más eficaces. (1990, 30). La evidente confrontación que mantienen las humanidades y las ciencias sociales con los requisitos científicos de corte positivista va aún para largo, pero lo que es innegable es que mientras este debate continua, se tiene que reivindicar la pertinencia de las humanidades como una necesidad que surge de una disposición humana. Hay un lenguaje, una serie de lecturas, visiones y problemas de la realidad que la ciencia no abarca ni podría explicar. Cualquier pretensión de hacerlo conduciría a un reduccionismo. Pensemos que hablar de la vida, de la muerte, de los vacíos existenciales, de los frutos de la imaginación y la fantasía a través del arte, la literatura y la música constituyen espacios que el ser humano ocupa para expresar su existencia. Sin ellos, estaríamos cercenando una parte fundamental de lo que nos hace ser humanos.
Actividad H5P
Instrucción para el alumno: ¡Es el momento de revisar lo aprendido!