¿Qué es lo inmanente y cuáles son algunos de sus representantes?

El término inmanente se utiliza para nombrar aquello que forma parte inseparable de algo. 

Una concepción inmanente de la realidad busca ofrecer una explicación recurriendo a lo existente, es decir, que explica el origen y la estructura de la realidad en la que estamos a partir de sí misma, sin necesidad de recurrir a un agente exterior o circunstancias que le son naturalmente ajenas.

Antes, es preciso hacer una observación. En la Antigüedad, se usaba como medio de expresión el mito, incluso después del nacimiento de la Filosofía, por lo que no significa que explicar mediante mitos es alejarse del fundamento racional.

Te invitamos a ver el siguiente video sobre el mito y un par de ejemplos.

El mito

En una narración como La Teogonía de Hesíodo existe una “personalización” de la naturaleza, que es característica fundamental de las explicaciones mitológicas, en la cual encontramos diversos elementos que intervienen en la generación del mundo y que son considerados como divinidades, las cuales, a su vez, tienen personalidades y emociones propias del ser humano. Así, este mito constituye una explicación inmanente porque la aparición del cosmos se explica dentro del propio universo.           

Después de haber leído las explicaciones anteriores y haber visto el video, te proponemos que realices un ejercicio para identificar qué elementos o conjunto de elementos intervienen en algunos mitos para determinar por qué su fundamento es inmanente.

CONCEPCIONES INMANENTES: DEMÓCRITO Y EPICURO

Con la aparición de la filosofía, se formularon las primeras preguntas orientadas a reconocer y explicar el origen de todo aquello que existe. En este contexto, dos son los conceptos clave: el Ser y el no Ser. El primero hace referencia a todo lo que existe, mientras que el segundo, el no Ser, sería la característica de aquello que no existe. Así, la forma como son descritas por la filosofía las relaciones desarrolladas entre el Ser y el no Ser, si se incluyen o se excluyen mutuamente, da lugar a la formulación de las explicaciones inmanentes o trascendentes sobre el origen del mundo.

Demócrito (460-370 a.C., Abdera, Grecia)

En la concepción atomista de Demócrito, se considera que el Ser y el no Ser se puede integrar, pues este filósofo admitía como elementos básicos de la existencia lo lleno y lo vacío, o usando sus propias palabras, el ser y el no-ser.

Para Demócrito, lo lleno, lo sólido es en estricto sentido el ser; en contraparte, lo vacío y lo raro forman parte del no ser. Por esta razón, señala Demócrito, el no-ser existe, al igual que el ser. En efecto, lo vacío existe al mismo tiempo que el cuerpo, pues el cuerpo tiene que existir en algún lugar en que no haya nada, de lo contrario, no podría ser.

Por ejemplo: 

Tenemos un objeto X, piénsese en una caja vacía; dentro de ella nada hay o nada existe, porque está vacía. Pero si introducimos otro objeto Y, por ejemplo, un ave, decimos que éste último existe dentro del vacío, es decir, el vacío se llena. Por eso es que el Ser y el no Ser pueden incluirse en un mismo espacio.

Finalmente, la teoría de los átomos de Demócrito sostiene que el origen de las cosas se explica por la existencia de múltiples átomos que están en movimiento permanente en un espacio vacío, que existían desde el principio y dieron lugar a la formación de los objetos y los seres vivos por resultado de la agregación, a partir de un movimiento como de remolino. Los átomos entran en relación en este remolino que, al moverse, generan todo aquello que conocemos. Esta es en síntesis la teoría atomista de Demócrito, la cual, en filosofía, se clasifica como una concepción inmanente.

Epicuro (341-270 a.C. Samos, Atenas)

Otra concepción inmanente de la realidad, cuya influencia del atomismo de Demócrito es notable, la encontramos con el filósofo Epicuro, instaurado en la época que se conoce como helenismo, que abarca desde la muerte de Alejandro Magno, en el año 323 a. C., hasta el año 30 a. C., periodo de la historia ateniense lleno de frugalidad debido a las limitaciones económicas y a las dificultades políticas que trajo consigo la caída del emperador.

Epicuro
Imagen de Jastrow, Wikimedia Commons

Epicuro de Samos pensó que, en un principio, los átomos se movían en línea recta sin tocarse, hasta que un movimiento espontáneo de uno de los átomos se apartaba de la línea y producía el movimiento de los demás originando los objetos y elementos que forman parte del mundo y la realidad. 

Epicuro se interesó en el atomismo con la finalidad de identificar algunas de las consecuencias que su propia explicación del origen del mundo provocaba. Con base en el atomismo, intentó responder a la pregunta: ¿cómo vivir? La respuesta de Epicuro a esta pregunta fue colocar el placer como el fin de la vida (hedonismo), entendiendo el placer como la ausencia del dolor.

La explicación inmanente del origen de todo aquello que nos rodea, desde el atomismo, le sirvió a Epicuro para proponer lo siguiente: para obtener una vida verdaderamente feliz es necesario dejar de temer a los Dioses, dejar de temer a la muerte y evitar el dolor. Pues desde el atomismo se entiende perfectamente ¿cómo temer a los Dioses, si todo lo que ocurre en el mundo se origina por el movimiento de los átomos?, ¿cómo temer a la muerte si, al final, los átomos nunca se destruyen y lo que ocurre, simplemente, es que cambiamos de forma?

CARLOS MARX (1818, Alemania -1883 Londres)

En el siglo XIX el concepto de historia surge como uno de los problemas clave en torno a los cuales se centra el pensamiento y la reflexión filosófica. El filósofo Marx partió de las siguientes preguntas: ¿qué mueve o cuál es el motor de la historia?, ¿qué hace que las cosas cambien, que los gobiernos y las formas de dominación se transformen? Marx concluyó que el motor de la historia y el generador del movimiento social no era el pensamiento, sino las condiciones concretas, es decir, la materia.  

A este tipo de concepción inmanente de la realidad se le conoce como materialismo histórico, que explica el cambio histórico a partir de las “condiciones materiales” que lo produce.

Para Marx, tales condiciones estarían a su vez determinadas por las formas de producción, que constituyen la base material que define la organización social y el cambio de la historia. Por ejemplo: en la Edad Media, lo que definía el tipo de relación que existía entre el señor y el siervo era la producción con telares, mientras que en la era industrial lo que definía la relación entre burgueses y proletarios era la producción con la máquina. 

Taller, fábrica y producción
Foto de Tama66, Pixabay

De modo que la organización social se basa en la manera en que los seres humanos transforman a la naturaleza en diversos productos. Esto llevó a Marx a concluir que, para encontrar las condiciones que provocan que se transite de una forma de producción a otra, necesitamos estudiar los modos de producción y su historia, y a partir de ello, entender cómo puede el individuo influir en la manera de producir (transformar sus condiciones de trabajo) para alcanzar una sociedad más igualitaria.

Así, lo que plantea el marxismo es que, para llegar a una sociedad mejor y más justa, no son las ideas y los pensamientos -concepción trascendente- los que tienen que cambiar, sino los modos de producción -concepción inmanente-

Actividad H5P

Instrucción para el alumno: ¡Es el momento de revisar lo aprendido!