Una característica que podemos señalar como propia de la Filosofía política es la cercanía que mantiene con los temas y problemas sociales y políticos contemporáneos. Esto se traduce en que las teorías clásicas y actuales se conectan con el presente y brindan elementos para pensar la realidad viva que nos acontece. Lo que a continuación te presento es una temática que te permitirá hacer una lectura crítica sobre temas políticos que al mismo tiempo plantean disyuntivas morales, para ello, habremos de empezar por lo más elemental, conocer el concepto y definirlo en sus partes esenciales para finalmente llegar a una reflexión de los problemas que refiere.
La figura del Estado en el siglo XVIII.
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De la mano del filósofo Michel Foucault, el término biopolítica se redefine y cobra notoriedad a finales de los años setenta; antes que él, a principios del siglo XX, Rudolph Kjellen había acuñado el término para referirse al Estado y entenderlo a partir de una visión organicista. El análisis genealógico de Foucault sobre las implicaciones de la biopolítica lo lleva a establecer que su relación con otros conceptos tales como liberalismo, control y libertad son fundamentales para entender el control del Estado que se presenta ante nuestros ojos. De este modo lo primero en lo que habremos de detenernos es en el momento que él visualiza como el punto de partida de este fenómeno. Es en el siglo XVIII cuando la figura del Estado comienza a esbozar otra razón gubernamental diferente a la de siglos anteriores.
En su análisis, Foucault nos presenta dos concepciones sobre el Estado que están enfrentadas y solo una logró prevalecer, la anterior al siglo XVIII y la que se configura durante ese siglo. En el siguiente fragmento que proviene del texto “El origen de la biopolítica” (2007) deberás leer y copiar textualmente en el espacio que se te solicita la oración que especifica cuál es la función de cada concepción sobre el Estado.
Querría afinar un poco la tesis o hipótesis que propuse la vez pasada acerca del arte de gobernar, acerca de lo que es, a mi juicio, un nuevo arte de gobernar que comenzó a formularse, a pensarse, a bosquejarse más o menos a mediados del siglo XVIII. Creo que ese nuevo arte de gobernar se caracteriza en esencia por la introducción de mecanismos a la vez internos, numerosos, complejos, pero cuya función -en este aspecto, si se quiere, se marca la diferencia con respecto a la razón de Estado, no consiste por tanto en asegurar un aumento de la fuerza, la riqueza y el poder del Estado, [el] crecimiento indefinido del Estado, como en limitar desde adentro el ejercicio del poder gobernar. (43).
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