El periodo Historiográfico y algunos de sus representantes

Uno de los términos que escucharán muy a menudo al estudiar ciencias sociales y en particular historia es el de Modernidad, y, por contrapartida, Posmodernidad. Por Modernidad se entiende el periodo en el cual la cultura principalmente europea se cuestiona la visión religiosa del mundo y, entonces se inclina hacia la búsqueda de explicaciones racionales, basadas en la lógica y en la investigación, antes que en los textos o dogmas de tipo religioso.

El periodo de la modernidad es largo. Abarca desde el siglo XV hasta el siglo XVIII, en el cual suceden cambios importantes en todos los ámbitos: es el momento del inicio del quiebre de la estructura feudal, la cual se manifiesta en la aparición de las ciudades con mayor peso económico que los feudos; el desarrollo de rutas de intercambio comercial por Asia y el Lejano Oriente y, por lo tanto, la necesidad de aprender nuevos idiomas, de hacer mapas y mejores naves.

El aumento de la riqueza propiciará también el desarrollo de las artes, especialmente de la pintura, escultura y arquitectura, donde el tema principal es más que las figuras religiosas, el papel del ser humano y aparecen los primeros retratos también de los burgueses, comerciantes habitantes de las ciudades que no son nobles, peor que tienen una mejor posición económica que muchos de ellos.

Asimismo, aparecen las ideas de la ciencia, especialmente la experimental, con descubrimientos como los de Galileo Galilei, Roger Bacon, Nicolás Copérnico o Tycho Brahe. Es el momento también de los descubrimientos geográficos, de la expansión europea en América y de la Reforma Protestante.

También hay un desarrollo en las matemáticas y el racionalismo toma forma y estructura con la obra de Descartes; también es el momento del humanismo, lo humano se convierte en el centro de la reflexión sobre una visión del mundo.

En este contexto los estudios de historia también se desarrollan dentro de esta corriente. Encontramos, por ejemplo, en autores como Nicolás Maquiavelo o Francesco Guicciardini, Thomas Hobbes o Tomas Moro, inician una visión de la historia que retoma a la antigüedad. La invención de la imprenta de tipos móviles en Europa, hacia 1440, desarrollada por Johannes Gutenberg, permitió la difusión de obras clásicas, por ejemplo, la Historia de las Guerras del Peloponeso de Tucídides hacia fines del siglo XV, permitió una discusión sobre el sentido de la historia.

Posteriormente, la visión racionalista de la historia se expresa en cómo dividimos y periodizamos las épocas: se busca un método que nos lleve más allá de los datos y que permita hacer una investigación también en términos formales y estructurados. En el siglo XVII son importantes en este sentido las obras de Gianbattista Vico, la Ciencia Nueva y de Jean Mabillon, De Re Diplomática. El estudio de la historia adquiere nuevas herramientas tanto conceptuales como metodológicas: ya no es la narración del pasado, sino que se busca dotar de sentido al proceso histórico.

El desarrollo intelectual del pensamiento europeo llega al siglo XVIII con el proceso que conocemos como Ilustración. En ella, no es sólo el triunfo del racionalismo en todos los campos de la actividad humana, sino también encontramos el papel de una síntesis reflexiva y la necesidad de tener información objetiva disponible en todo momento. Así, en Francia se inicia la Enciclopedia, obra que resume el saber de su tiempo, en las diferentes áreas de conocimiento humano, ordenadas no de forma cualitativa, privilegiando a una materia sobre otra, sino en forma alfabética: el conocimiento se vuelve no sólo accesible, sino que no se privilegia a la religión o la filosofía, por ejemplo: el saber se democratiza.  Autores como Diderot, D’Lambert, Voltaire y Rousseau colaboraron en esta obra.

En el campo de la historia autores como Voltaire, escribe El siglo de Luis XIV, el cual se propone hacer una verdadera filosofía de la historia; en ella se utilizan categorías que permiten comprender al sujeto de la historia y muestran el papel de la sociedad y del individuo en una explicación racional de los actos políticos para comprender un periodo de la historia nacional francesa.

Influidos por estos pensadores, se desarrollarán dos grandes revoluciones, en las cuales se propone dar fin a la monarquía como forma de gobierno y se da paso a una nueva forma: la república. Estos procesos, influidos por los ilustrados franceses, son la revolución de Independencia de los Estados Unidos y la Revolución Francesa. Esta última será el referente fundamental para la explicación de las corrientes historiográficas del siglo XIX.

Al mismo tiempo, en lo que actualmente es Alemania, se desarrolló una corriente de pensamiento, en especial en filosofía, que tiene como principal característica una visión de la realidad, la cual se busca interpretar de manera global, tanto en los aspectos de la naturaleza como los de la sociedad, a partir de una visión en la cual todo ente, objeto con existencia, tiene una forma de presentarse ante los sentidos, es decir, es como se percibe y, por otro, su núcleo, su esencia, que es el objeto en sí. En esta distinción la percepción del objeto no es el objeto mismo, pues éste es un objeto ideal.

Los principales representantes de esta corriente son Immanuel Kant, Johan G. Fichte y Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Este último desarrollo un concepto de Historia con base en el pensamiento dialéctico y Kant explicará la Historia a partir de una serie de supuestos y principios fundamentales para entender la historia como Devenir, es decir con un sentido y un fin. El idealismo alemán sienta las bases para los conceptos de periodización, sujeto de la Historia, así como una visión teleológica, lo cual implica que la historia no es la acumulación de información, sino fundamentalmente ésta tiene un fin que hay que explicitar al investigarla.

La experiencia general del periodo es la formación de una historia no sólo descriptiva, sino analítica y reflexiva, con nuevas herramientas para investigar el proceso social humano y nuevas categorías analíticas, que, hasta la fecha empleamos al hacer historia.

Clio Johannes Moorlese.
Imagen de Clio – Muse of History, Wikiart.

La visión de la Historia, en los inicios de la modernidad, es una nueva y fresca visión de nuestra disciplina, tal como se muestra en la imagen de Moorlesse, una Clío, musa de la Historia adolescente, de mirada  alegre e inquisitiva, escribe y lee… y también reflexiona.

Historia política e historiografía en el renacimiento: Maquiavelo.

La idea de conocer la historia durante este periodo es que ésta busca la verdad y permite que los hombres conozcan no sólo el pasado, sino también pueden guiarse por ella y, por lo tanto, conocer su presente. Esta visión utilitaria de la historia, se opone a la historia medieval, en la cual es Dios quien hace e interviene en la historia humana. Durante el periodo renacentista, los autores como Guicciardini o Maquiavelo estudian el pasado de las naciones europeas que se están formando: la historia natural es propia de Dios, pero la historia política es responsabilidad del ser humano. Es así que la historia permite destacar los logros de las naciones, como es la naciente España, o la Florencia de los Medici, o la Inglaterra de los Tudor.

Una característica del periodo que conocemos como Renacimiento es el humanismo. Los autores renacentistas trabajaron diversos temas, literatura, música, poesía y también política, historia, derecho.  

Uno de estos hombres es Nicolás Maquiavelo. Nuestro autor, más conocido por su obra política, exploró también la historia, especialmente la cultura clásica del país que actualmente conocemos como Italia, recuperando la máxima de Cicerón «La Historia es testigo de los tiempos y maestra de la vida». Busca en la antigüedad clásica un modelo para comprender su presente y, sobre todo, que sirva para el trabajo del gobernante, tal como se muestra en El Príncipe.

Su interés por la Historia se relaciona con dos temas principales: la Roma Republicana, antes del Imperio y la historia de Florencia. Su visión implica también la independencia de la historia de la visión teológica medieval. Su interés no es encontrar un sentido de la Historia, una visión ontológica, sino su utilidad práctica: obtener y preservar el poder político.

Maquiavelo redacta sus obras históricas, entre las que destacan los Discursos sobre la primera década de Tito y la Historia de Florencia. En ellas muetra su convicción de que el ser humano tiene una naturaleza que no cambia  y de ahí la utilidad de conocer la Historia: «y quien examine las cosas presentes y las antiguas, verá fácil- mente que, en todas las ciudades y en todos los pueblos, aparecen los mismos deseos y los mismos humores, y que ellos existieron siempre» Maquieavelo Discursos sobre la Priméra Década de Tito Livio, p. 151

De acuerdo con esta visión, la Historia repite siempre las mismas acciones, bajo diferentes formas, por lo tanto, la historia es práctica, es maestra de la vida. 

Veamos algunos fragmentos de las obras históricas de Maquiavelo:

Nicolás Maquiavelo, Comentarios a la primera década de Tito Livio. pp. 26-58.

«Proemio

Aunque por la naturaleza envidiosa de los hombres la tarea de buscar nuevos métodos y recursos haya sido siempre tan peligrosa como buscar aguas y tierras ignotas, porque todos están más dispuestos a denostar que a loar las acciones ajenas, sin embargo, llevado de ese deseo que siempre ha existido en mí de obrar sin ningún temor en aquellos asuntos que me parecen beneficiosos para todos, me he decidido a entrar por un camino que, como no ha sido aún recorrido por nadie, me costará muchas fatigas y dificultades, pero también la recompensa de aquellos que consideren benignamente el fin a que se enderezan mis trabajos. […]Considerando además cuánto honor se tributa a la antigüedad, y cómo, muchas veces (por no hablar de otros infinitos ejemplos) un fragmento de una estatua antigua ha sido adquirido a alto precio para tenerlo consigo, honrar la casa y hacerlo copiar por los que se complacen en aquel arte, y cómo éstos se esfuerzan luego, con gran industria, en representarlo en todas sus obras, y viendo por otra parte que las valiosísimas acciones que, como la historia nos muestra, llevaron a cabo en los reinos y repúblicas antiguas los reyes, capitanes, ciudadanos, legisladores y demás hombres que trabajaron por su patria, son más a menudo admiradas que imitadas, hasta el punto de que cada uno huye de los más significantes trabajos, sin que quede ningún signo de la antigua virtud, no puedo por menos que maravillarme y dolerme juntamente. […]. Sin embargo, cuando se trata de ordenar la república, de mantener el estado, gobernar el reino, organizar el ejército y llevar a cabo la guerra, juzgar a los súbditos o acrecentar el imperio, no se encuentra príncipe ni república que recurra a los ejemplos de los antiguos. Eso procede, en mi opinión, no tanto de la debilidad a que ha conducido al mundo la presente religión; o del mal que el ocio y la ambición han causado en muchas provincias y ciudades cristianas, como de no tener verdadero conocimiento de la historia, y de no extraer, al leerla, su sentido, ni gozar del sabor que hieran variado sus movimientos, su orden y sus potencias desde los tiempos antiguos. Queriendo, pues, alejar a los hombres de este error, he juzgado necesario escribir sobre todos los libros de Tito Livio que se han podido sustraer a la injuria del tiempo, para manifestar lo que me parece necesario, según mi conocimiento de las cosas antiguas y modernas, para la mejor inteligencia de ellos, de modo que quienes lean esas aclaraciones mías puedan más fácilmente extraer aquella utilidad por la que debe buscarse el conocimiento de la historia. Y aunque esta empresa sea difícil, sin embargo, con la ayuda de los que me han animado a tomar esta carga sobre mis hombros espero llevarla de tal manera que a los otros les quede breve camino para conducirla a su destino encierra. De donde nace que muchos lectores se complacen al escuchar aquella variedad de sucesos que contiene, sin pensar de ningún modo imitarlos, juzgando la imitación no ya difícil, sino imposible, como si el cielo, el sol, los elementos, los hombres, hubieran variado sus movimientos, su orden sus potencias desde los tiempos antiguos. […] he juzgado necesario escribir sobre todos los libros de Tito Livio, para manifestar lo que me parece necesario, según mi conocimiento de las cosas antiguas y modernas, para la mejor inteligencia de ellos, de modo que quienes lean esas aclaraciones mías puedan más fácilmente extraer aquella utilidad por la que debe buscarse el conocimiento de la historia. Y aunque esta empresa sea difícil, sin embargo, con la ayuda de los que me han animado a tomar esta carga sobre mis hombros espero llevarla de tal manera que a los otros les quede breve camino para conducirla a su destino».

Nicolás Maquiavelo.
En la modernidad, Maquiavelo separa la historia de la visión religiosa del mundo y muestra su importancia como fuente de ejemplos de la acción política.
Imagen de Thomas Gun, Wikimedia Commons.

El Racionalismo: Giambattista Vico.

Durante el siglo XVII, el pensamiento de Descartes dominó la escena cultural. El racionalismo se convierte en la corriente dominante y se desarrollan diferentes formas de la ciencia modera, basadas en la matemática, que era, según este autor, la forma perfecta de la ciencia por su método, certero y objetivo. Aunque el racionalismo avanzó en distintas áreas de la ciencia moderna, las ciencias sociales parecían rezagadas.  Hay dos obras que muestran que esto no fue así, sino que tomaron un camino nuevo, con vías a la objetividad y racionalidad en las ciencias del hombre.

Jean Mabillon, monje benedictino, publica en 1681 su obra De Re Diplomática, en la cual trata sobre la lectura de documentos medievales, que se conocían como Diplomas. En esta obra, el autor demuestra un método racional y certero para leer y ordenar los textos medievales. Esta obra tuvo gran influencia en las ciencias sociales y en la historia, pues ofrece un manejo de las fuentes seguro para explorar un archivo e indagar la información ocurrida hace varios siglos.

De Re Diplomática
Imagen de Garitan, Wikimedia Commons.

Jean Mabillon sistematiza el método que permite catalogar los tipos documentales de los archivos medievales, utilizando la paleografía como procedimiento para leer documentos antiguos.

Imagen Real Cédula de la Fundación de la Universidad

Un ejemplo de lo anterior es la Real Cédula, tipo de documento, que decreta la fundación de la Universidad Real y Pontificia de México, antecedente de la UNAM.

Por otra parte, el autor más significativo del periodo del racionalismo es Giambattista Vico, pues es el primero en proponer a la Historia como una ciencia, una nueva Ciencia, pues reconoce que la Historia es vieja como narración, pero que es nueva como ciencia: en el centro de su razonamiento, se encuentra la idea de que sólo podemos conocer lo que el ser humano ha hecho, por lo tanto, el conocimiento certero, que se puede transmitir es la historia; las ciencias de la naturaleza requieren de ideas que los hombres elaboran, con lo cual, al igual que las matemáticas, pues considera que los números son invención humana, al igual que las magnitudes.  En este sentido adelanta lo que siglos después afirmará el historicismo: todo es historia y por lo tanto, todo es historiable.

Sus fechas de vida son las siguientes: 1688-1744. Estudió Derecho y fue profesor de retórica durante más de cuarenta años. La obra que nos ocupa es la Ciencia Nueva, en la cual hace un estudio de Historia, no a partir del acopio de datos, sino buscando tres criterios dentro de ella: 

La historia no se repite, no es circular, sino que es semejante a una espiral, se mantiene como una espiral, y aunque existan eventos parecidos, esto no significa que puedan ser idénticos.

La Historia pasa por períodos, cada uno de ellos tiene una regularidad: cada edad produce una estructura cultural que se distingue por el lenguaje, las formas de gobierno.

Existen distintas edades por las cuales pasa la historia y las cuales podemos sistematizar; nuestro autor recurre a la visión de las edades de la cultura clásica: Edad Divina, Edad Heroica y Edad Humana.

La gran novedad de vico consiste en que considera que entender la historia se basa en un esfuerzo de reconstrucción del pasado, un ejercicio de acopio de información, misma que se estructura a partir de su visión cíclica y a partir de ella, se elabora una reconstrucción, una visión de lo que posiblemente ocurrieron.

Por otra parte, el autor plantea una Historia Universal, donde su enfoque no es exclusivamente europocentrista, sino que se recurre a distintas culturas para ver las semejanzas en su método.

Su teoría de la Historia influirá en autores como Montesquieu, Kant y Marx.

Giambattista Vico: Ciencia Nueva, p. 49; 

«Por otra parte, aquí́ se señala que en esta obra, con una nueva arte crítica, que hasta ahora ha faltado, abordando la búsqueda de lo verdadero sobre los autores de las naciones mismas (en las que habrían de transcurrir más de mil años para que pudiesen llegar los escritores sobre los que se ha ocupado la crítica hasta ahora), aquí́ la filosofía se dedica a examinar la filología (o sea, la doctrina de todas las cosas que dependen del arbitrio humano, como son todas las historias de las lenguas, de las costumbres y de los hechos tanto de la paz como de la guerra de los pueblos), la cual, debido a su deplorable oscuridad de las causas y casi infinita variedad de los efectos, ha sentido casi horror a reflexionar; y la reduce a forma de ciencia, al descubrir en ella el diseño de una historia ideal eterna, sobre la cual transcurren en el tiempo las historias de todas las naciones: de modo que, por este su otro aspecto principal, esta Ciencia viene a ser una filosofía de la autoridad. Pues, en virtud de otros principios de mitología aquí́ descubiertos, que siguen a los otros principios de la poesía aquí́ descubiertos, se demuestra que las fábulas han sido verdaderas y fundadas historias de las costumbres de las antiquísimas gentes de Grecia, y, primeramente, que las de los dioses fueron historias propias de los tiempos en que los hombres de la más grosera humanidad gentil creían que todas las cosas necesarias o útiles para el género humano eran deidades. De esta poesía fueron autores los primeros pueblos, que resulta que han sido todos poetas teólogos, los cuales, sin duda alguna, con las fábulas de los dioses nos narran que fundaron las naciones gentiles. Y así́, con los principios de esta nueva arte critica, se va meditando en qué determinados tiempos y ocasiones particulares de las necesidades o utilidades humanas, advertidos por los primeros hombres del mundo gentil, éstos, con religiones espantosas, que ellos mismos se imaginaron y creyeron, fantasearon primero tales y después cuales dioses».

Giambattista Vico
Giambattista Vico planteó una visión de la Historia, en la cual ésta se identifica como una ciencia nueva, En su libro propone una alegoría, en la cual se presenta su visión de la Historia: la luz divina se refleja en la metafísica, procedimiento filosófico, la cual la lleva hasta el busto de Homero; la luz revela lo oculto sólo a quien usa la razón. 
Imagen de Wikimedia Commons.

La Ilustración: Voltaire.

El movimiento cultural que representa la Ilustración marca la consecuencia lógica del desarrollo de secularización y racionalización que se presenta en la cultura occidental desde el renacimiento. La mirada del ser humano no se ocupa ya de los temas divinos con tanta acuciosidad como en la Edad Media y ahora son los actos de los hombres los que se busca explicar a través del uso de la razón. Es un momento de progreso en las ciencias, las artes y la vida cultural. 

Centrado en Francia, el pensamiento ilustrado promueve el acopio de información, la cual debe presentarse sin dar privilegios a un tema sobre otro. Es así que en 1751 se inicia la publicación de una obra que resuma el conocimiento hasta ese momento, ordenado de forma alfabética, para que así, no se privilegie el tema de la religión sobre la política, por ejemplo. Esta obra es la Enciclopedia. Participaron, entre otros autores como D’Lambert, Diderot, Rousseau..

La idea de la historia se enmarca en este contexto y retoma la tradición anterior. La historia es cognoscible, es decir, se puede conocer e interpretar, siempre que se usen las reglas de la razón; es liberadora, pues nos permite liberar a los pueblos de las monarquías; es irrepetible y siempre tiende al progreso. De los diversos autores que escriben en este periodo uno de los más significativos es François Maria- Arouet, más conocido como Voltaire.

Voltaire.

Para los autores de la Ilustración la Historia no es sólo la recopilación de datos, sino que existe un sentido de esta, pues, al continuar el pensamiento de Vico y ver la información que se puede obtener por medio de la Diplomática y Paleografía, como lo había demostrado Mabillon; para los ilustrados la Historia no era sólo la maestra de la vida, como había refrendado Maquiavelo, sino una materia de estudio, un tema que los llevó a plantear una filosofía de la Historia. Quien hace esta propuesta es Voltaire.

La Enciclopedia es el medio por el cual se buscó  un acceso a toda la información conocida del momento, ordenada de manera alfabética.

François-Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire (1694-1778) es uno de los autores más representativos del movimiento intelectual conocido como Ilustración, el cual promueve el uso de la razón frente a cualquier tipo de superstición, dogma o imposición; asimismo reconoce la importancia de la información.

Voltaire se interesó en la Historia no sólo como la maestra de políticos, tal como la veía Maquiavelo; siguió la línea de Vico y considera que la Historia es compleja: requiere para su explicación de una dimensión compleja, que sólo puede conocer la filosofía, entendida como el amor al saber y, por lo tanto, cercana a la verdad a través de la razón. Por lo tanto, la historia tiene periodos, límites, por lo que es como cualquier otra ciencia.

Veamos ahora unos ejemplos de los textos de Voltaire:

Filosofía de la Historia p. 37-38.

«Dios nos ha dado un principio de razón universal, como ha dado plumas a las aves y pelaje a los osos; y este principio es tan constante que subsiste pese a todas las pasiones que lo combaten, pese a los tiranos que quieren ahogarlo en sangre, pese a los impostores que quieren aniquilarlo con la superstición. Es lo que hace que el pueblo más grosero juzgue siempre muy bien, a la larga, las leyes que lo gobiernan, porque siente si esas leyes se conforman o se oponen a los principios de conmiseración y justicia que están en sus corazones». 

Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las naciones. pp 230; 234; 236; 239.

«Queréis al fin sobreponeros al disgusto que os causa la historia moderna a partir de la decadencia del Imperio Romano, y adquirir una idea general de las naciones que habitan y que desuelan la tierra. No buscáis en esa inmensidad sino lo que merece ser conocido por vos, el espíritu; las costumbres, los usos de las naciones principales, apoyados en hechos que no es permitido ignorar. El objeto de este trabajo no es él de saber en qué año un príncipe indigno de ser conocido sucedió a un príncipe bárbaro en una nación grosera. Si uno pudiera tener la desgracia de llegar a meterse en la cabeza la serie cronológica de todas las dinastías, no sabría otra cosa que palabras. En la misma medida en que es necesario conocer los grandes actos de los soberanos que hicieron más felices a sus pueblos, puede ser ignorado el vulgo de los reyes, que no serviría sino para recargar la memoria. ¿Para que os valdrían los detalles de tantos pequeños intereses que no han subsistido, de tantas familias extinguidas que se han disputado provincias muy pronto devoradas por grandes reinos? Casi no hay ciudad que no tenga hoy su historia, verdadera o falsa, más amplia y detallada que la de Alejandro. Sin ir más lejos, los anales de una orden monástica contienen más volúmenes que los del Imperio Romano.

En todas estas recopilaciones inmensas que no pueden ser abarcadas, hay que limitarse y escoger. Constituyen un vasto almacén, de donde sólo tomaréis aquello que os sirva.

 [..…] Nada hay más cierto sino que la naturaleza humana ha permanecido sumergida durante una prolongada serie de siglos en este estado tan cercano al de 1os brutos, o inferior a éste en tantos respectos. El motivo es, como ya se ha dicho que no incumbe a la naturaleza del hombre desear aquello que no conoce.La sido menester doquiera, no sólo un lapso prodigioso, sino también circunstancias felices, para que el hombre se elevara por encima de la vida animal

Tenéis, pues, mucha razón al querer pasar inmediatamente a las naciones que fueron las primeras en civilizarse. Puede ser que mucho antes de los imperios de la China y de la India haya habido naciones instruidas, educadas, más poderosas, que por obra de diluvios de bárbaros hayan vuelto a sumergirse en el primitivo estado de ignorancia y de tosquedad al que se da el nombre de estado puro de naturaleza […]

El lector atento notará fácilmente que sólo debe prestar fe a los grandes acontecimientos que tienen cierta verosimilitud, y mirar con lástima todas las fábulas con que el fanatismo, el espíritu novelesco y la credulidad han cargado en todos los tiempos la escena del mundo. […] Los monumentos no prueban los hechos sino cuando esos hechos verosímiles nos son transmitidos por contemporáneos ilustrados […] Creamos en los acontecimientos atestiguados por los registros públicos, por el consenso de los autores contemporáneos, que vivían en una capital, recíprocamente ilustrados, y que escribían bajo la observación de los principales de su país. Pero en cuanto a todos esos pequeños, oscuros y novelescos sucesos escritos por hombres igualmente oscuros en el fondo de alguna provincia ignorante y bárbara, en cuanto a esos cuentos cargados de circunstancias absurdas, a esos prodigios que deshonran la historia en lugar de embellecerla […]

Voltaire en su despacho.
Imagen de Valentinian, Wikimedia Commons.

Voltaire tocó temas de profundo sentido social en sus obras, su intención era mostrar la importancia del uso de la razón. En nuestra disciplina, es quien acuñó el término Filosofía de la Historia. En este grabado de 1795, se muestra en su despacho.

El idealismo alemán: Kant, Fichte, Hegel.

El impacto de la Revolución francesa no se dio sólo en el aspecto político: también se muestra dentro de la filosofía. Y será precisamente en Alemania donde se desarrolló con fuerza esta influencia.

A fines del siglo XVIII, el impacto de la revolución francesa fue notable a nivel de Europa. En el caso del país que actualmente conocemos como Alemania estaba dividida; más de 300 principados, lo cual provocó  un atraso en los aspectos sociales y su economía no podía compararse con la de Francia o Inglaterra. Fitche, un filósofo de esta corriente, discípulo de Kant, escribiría en 1808, los Discursos de la Nación Alemana,  un vibrante llamando a la nación alemana que no existía todavía en lo político, pero ro que ya existía como una identidad cultural,  donde plantea que la lucha contra Napoleón le dará la suficiente libertad para comenzar su propia historia.

El idealismo alemán considera que es la base de todo el desarrollo de la Historia, en la cual se manifiesta el concepto de pueblo (volkgesit). La Historia entonces tiene un sentido y un fin: el descubrir el espíritu de un pueblo.

El iniciador de esta corriente es Immanuel Kant, 1724-1804. Su obra desarrolla un sistema con base en una lógica rigurosa, lo cual contesta qué puedo conocer; este sistema lógico se concreta en el qué puedo hacer, lo cual nos ubica en la esfera de la ética y en este contexto, de racionalidad se concreta en la Historia.

La concepción de la Historia en Kant toma como base el destino común del ser humano, como especie, en un recorrido hacia un fin, que es la forma estable de la nación y que se expresa en un Estado de Derecho. Todo el potencial del ser humano no se realiza en el individuo, sino en la especie: el papel de la Historia es precisamente el desarrollo que permite la realización de nuestra especie, al ir de la barbarie a la civilización «Todas las disposiciones naturales de una criatura están destinadas a desarrollarse alguna vez completamente y con arreglo a un fin […] En el hombre aquellas disposiciones naturales, que tienden al uso de la razón, deben desarrollarse por completo en la especie, mas no en el individuo». Ideas para una historia universal en clave cosmopolita, segundo principio p. 37-38.

Discípulo de Kant, Johann Gottlieb Fichte. Este autor toma los aspectos políticos de la filosofía Kantiana y por lo tanto de la Historia. Fue el autor que menciona por primera vez la tríada dialéctica, Tesis, Antítesis, Síntesis, misma que retomará Hegel.

Sin duda, Georg Wilhelm Friedrich Hegel, es el autor que desarrolló con mayor profundidad la filosofía de la Historia dentro de esta corriente. Su obra principal sobre este tema, las Lecciones sobre la filosofía de la Historia Universal, fue recuperada a partir de sus notas de preparación de clase y las notas de sus alumnos. En ella, toma una visión no europocentirsta, sino que toma como antecedentes a las sociedades del extremo y cercano Oriente, para ubicar dentro de este contexto el desarrollo de la historia griega y europea; también considera el papel de los países americanos. El autor propiamente no hace investigación histórica, en el sentido de producir obras que permitan dilucidar un hecho, sino que, con base en el conocimiento de las fuentes, elabora toda una explicación del proceso de la historia universal.

Su visión dialéctica del proceso histórico será cuestionada por Karl Marx, quien propondrá ponerla sobre sus pies, es decir darle un sentido materialista, el cual servirá para su propuesta teórica: el materialismo histórico.

Hegel en clase. Quien desarrolla una visión más amplia de la Historia es Hegel. Su obra Lecciones sobre la Filosofía de la Historia, se publicó después de su muerte, con base en sus notas de clase y los apuntes de sus discípulos. Imagen de Franz Kugler, Wikimedia Commons.

Actividad H5P

Instrucción para el alumno: ¡Es el momento de revisar lo aprendido!