Tradición organicista: Desarrollo psicosexual

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en Viena, el médico Sigmund Freud elaboró una teoría que trataba de explicar los orígenes de las patologías mentales en la edad adulta, y a partir de la técnica del psicoanálisis, atribuyó esos trastornos a las experiencias de la infancia. Los primeros trabajos de Freud se rodearon de una diversidad de influencias, como el paradigma de la mente activa de Alemania, las propuestas de Eduard Von Hartman (1842-1906), quien fue uno de los primeros autores que habló del inconsciente como instinto en acción; además de su colaboración con Charcot y Breuer, quienes los impulsaron hacia el estudio de la histeria, donde la sexualidad tiene un papel importante, y que al mismo tiempo le mostraron estrategias metodológicas muy particulares que más tarde le serían de utilidad para desarrollar su teoría. Bajo este contexto histórico, Freud comenzó a analizar los diversos casos que atendía y así elaboró su teoría psicoanalítica.

Sigmund Freud.Foto de Max Halberstadt, Wikimedia Commons

El resultado de años de análisis y evolución de sus postulados, llevó a la elaboración de un modelo homeostático de la personalidad, donde las acciones de una persona están motivadas por distintos tipos de tensiones que se producen en el organismo, y esas conductas están dirigidas a reducir la tensión. De acuerdo con lo anterior, existen estados de tensión originados por estímulos externos, pero los que le interesaban a Freud eran los estímulos internos, llamados “pulsiones“, que son energías o fuerzas originadas por el cuerpo y que resulta necesario satisfacer. Al revisar la obra de Freud, podemos encontrar que de acuerdo con este autor, las pulsiones pueden ser de dos tipos:

  • Autoconservación: como el hambre, la sed, el sueño, y todas estas llevan a la conservación del individuo y que se satisfacen de manera directa, es decir, comiendo, durmiendo, tomando agua, etc. 
  • Sexuales: que es la energía que asegura la conservación de la especie. Para Freud, éstas eran de especial interés por la diversidad de formas en las que pueden ser satisfechas. 

Respecto a estas últimas, es decir, las de carácter sexual, es importante decir que también se apoyan en los instintos de autoconservación que cuentan con una base orgánica, una dirección y un objeto, por ejemplo, los bebés tienen el reflejo de succión como instinto para alimentarse, pero posteriormente encuentran una satisfacción autoerótica que ya no se basa en la alimentación. Estos procesos psíquicos de circulación y distribución de energía son particularmente importantes para Freud, donde la libido es la energía pulsional de mayor interés en la personalidad del sujeto.

Estados de tensión en el organismo.

Otro elemento conceptual de esta teoría y que resulta ser uno de los pilares principales a partir del cual puede explicarse la conformación de la personalidad, es la estructura y dinámica del aparato psíquico. Según Freud, el desarrollo de la personalidad depende de la interacción dinámica de tres estructuras que se encuentran en distintos niveles de acceso por parte de la conciencia, estas son: el Ello, el Yo y el Superyó, que en su opinión se hallaban formadas alrededor de los siete años de edad. Teóricamente, se plantea que estas tres estructuras mentales son dinámicas, en el sentido de que existe una interacción entre ellas, por ejemplo, se dice que el Ello ejerce una tensión pulsional significativa sobre las otras dos estructuras, es decir, sobre el Yo y el Superyó. Dicho en otras palabras, estas tres estructuras mentales se encuentran en una constante lucha, provocando tensiones psicológicas en el individuo, ante lo cual, el sujeto debe actuar liberando esa tensión de una manera que sea aceptable socialmente, para así lograr desarrollar una personalidad saludable.

Ahora bien, si nos ponemos a analizar un poco el comportamiento de las personas, notaremos que con frecuencia hay un desarrollo inestable de la personalidad, provocando cierto tipo de ansiedad o neurosis en las personas (que implica un miedo en anticipación de deseos insatisfechos y males futuros). Esto ocurre así, porque psicológicamente hay una desestabilización entre las fuerzas que hemos mencionado. 

Para enfrentar la ansiedad, afortunadamente el Yo desarrolla mecanismos de defensa, que son procesos elaborados y, en gran parte, inconscientes por los cuales el individuo evita las situaciones desagradables y los hechos que causan ansiedad. Los mecanismos de defensa  más conocidos son los siguientes: 

Represión

Consiste en un olvido inconsciente y selectivo de pensamientos, sentimientos y recuerdos que generan ansiedad, frustración o conflictos, como cuando “olvidamos” aquellos detalles de una mala experiencia amorosa. Olvidamos selectivamente los compromisos desagradables, no así los neutrales y mucho menos los agradables.

Imagen de Microsoft Bing

Regresión

Cuando existe una gran presión sobre el Yo, se introduce a una etapa temprana de desarrollo para tratar de recuperar la seguridad en épocas anteriores, como el niño que se vuelve a chupar el pulgar o a mojar la cama cuando ingresa a la escuela o ante la llegada de un hermanito; o bien, cuando un adulto, despedido de su trabajo, se comporta como un adolescente incapaz de tomar decisiones importantes.

Imagen de Microsoft Bing

Proyección

Supone disfrazar nuestros impulsos amenazantes al atribuirlos a los demás. Si no soportamos a alguien, pero no queremos admitirlo, podemos entonces decir que esa persona nos odia. Por eso se dice que cuando alguien habla de otra persona, su discurso habla más de sí mismo que los demás.

Imagen de Microsoft Bing

Racionalización

Justificamos nuestras malas acciones, incapacidades, errores o conductas inaceptables y cubrimos la realidad mediante razonamientos inconscientes para llevarlos a cabo. Por ejemplo, un alcohólico explica que el beber le permite ser sociable, se tranquiliza y le ayuda a trabajar mejor.

Imagen de Microsoft Bing

Desplazamiento

Cuando nuestra ira o cualquier otro sentimiento inaceptable se remueve de su fuente original y se desplaza hacia algo o alguien diferente. Por ejemplo, un hombre al que su jefe lo hizo enojar, puede llegar a su casa y agredir a su esposa e hijos.

Imagen de Microsoft Bing

Sublimación

Ante la imposibilidad de satisfacer una necesidad instintiva de manera directa, la energía correspondiente se dirige hacia fines socialmente aceptados y valorados. Por ejemplo: un artista que manifiesta sus deseos inconscientes a través del arte o la música.

Imagen de Microsoft Bing

Ante estos desajustes psíquicos (ansiedad y neurosis), Freud consideraba que la manera correcta de afrontarlos era a través del estudio del inconsciente, el cual suele manifestarse o hacer su aparición con mayor énfasis especialmente durante la etapa de sueño, debido a que en ese momento, la consciencia no es capaz de detener la expresión del inconsciente y así se manifiesta libremente. En ese sentido, Freud propuso como métodos para acceder al inconsciente, el análisis e interpretación de sueños, la asociación libre, la catarsis y la hipnosis. 

Así pues, a partir del análisis de los sueños de sus pacientes, Freud descubrió que el desarrollo de la personalidad se va formando desde la infancia, donde el aparato psíquico se tiene que regular entre las pulsiones internas y las condiciones externas. Esto lo comprobó una y otra vez, al darse cuenta que los trastornos neuróticos de sus pacientes adultos, tenían un origen en las experiencias infantiles. 

Y aunque Freud no realizó investigación en niños, es decir, nunca interpretó los sueños de personas que se encontraban en esta etapa del desarrollo, pudo conjeturar a partir del trabajo clínico con adultos, cinco etapas psicosexuales que se caracterizan por presentar distintas fuentes de gratificación, ubicadas en ciertas zonas corporales, las cuales son estimuladas por las pulsiones libidinales. 

Estas etapas descritas por Freud conforman una parte central de la teoría psicosexual del desarrollo humano. Veamos a continuación en qué consisten estas, para ello, da clic en cada uno de los elementos que se muestran en el siguiente recurso y presta atención al contenido y a las imágenes asociadas.

Etapa oral

Desde el nacimiento hasta los 18 meses de edad, los bebés concentran su mayor placer en la boca, a través de la succión del seno materno, el chupar o morder objetos. Para Freud, las necesidades insatisfechas en esta etapa daban lugar a hábitos orales excesivos.

Imagen de seeseehundhund, Pixabay

Etapa anal

A partir de los 18 meses a los 3 años, la zona erógena es la región anal debido a que siente satisfacción de la retención y expulsión de las heces y coincide con la etapa en la que el infante aprende a controlar esfínteres y donde aprenden a eliminar en lugares determinados, estableciendo un control sobre las funciones corporales. En esta etapa el infante puede atender a las demandas de los padres o resistirse a ellas.

Imagen de Propio trabajo, Wikimedia Commons

Etapa fálica

De los tres a los 6 años la zona erógena es el pene para los niños y para las niñas cualquier cosa que lo simbolice. Aquí el infante comienza a identificar las diferencias entre los hombres y las mujeres. Freud proponía que en esta etapa el niño siente un fuerte deseo por la madre, pero se suprime por los límites establecidos por el padre, ante esto el niño se identifica con el padre (identificación masculina). Sin embargo, si esto no se resuelve se presenta el complejo de Edipo en niños, el cual es un estado psicosexual de desadaptación. Los autores posteriores trataron de establecer un cuadro similar para las niñas, el complejo de Elektra. Los complejos se resuelven cuando el niño se identifica con el progenitor de su mismo sexo, de esta manera incorpora los valores de los padres y a través de los límites impuestos comenzarán a formar el superyó.

Imagen de Bess Hamiti, pexels

Etapa de latencia

Es un periodo que va de los 6 a los 11 años aproximadamente, donde se reprimen los deseos sexuales y la socialización pasa a ser prioridad.

Imagen de Iván2010, Wikimedia Commons

Etapa genital

Que comienza en la pubertad y perdura el resto de la vida. En esta etapa la zona erógena son los genitales y es la etapa en donde el individuo busca a un compañero para compartir el placer genital, es el tiempo de la sexualidad madura.

Imagen de Ron Lach, pexels

Quizá hasta este momento te preguntarás ¿qué relación tienen todos estos elementos conceptuales con el desarrollo humano? Bueno, pues lo interesante es que durante los primeros años del desarrollo de los infantes, las pulsiones van emergiendo y siendo manejadas principalmente por los adultos con los que se relaciona. De tal manera que  si la interacción, es decir, la crianza, incluye conductas represivas o, por el contrario, mucha libertad en la manifestación de las pulsiones, el infante puede desarrollar una fijación en esa etapa, dando lugar a trastornos de personalidad, que se manifestarán en conductas neuróticas en las próximas etapas del desarrollo.

Tomando en cuenta lo anterior, para Freud, los cambios cualitativos que se presenta durante el desarrollo se deben a que existen pulsiones inconscientes que motivan al sujeto para actuar, esas pulsiones van surgiendo a lo largo de la vida en una sucesión de fases o etapas, las cuales son universales en todos los seres humanos. Y lo más importante es que, dependiendo de la manera en que las pulsiones inconscientes, el aparato psíquico y el exterior interactúen de manera dinámica entre sí, será lo que dará lugar a una resolución positiva o desvíos que evolucionarán en patologías mentales en la etapa adulta. 

Finalmente, se debe resaltar que, a pesar de que en la actualidad muchos psicólogos y psicólogas no están de acuerdo con las propuestas de Freud, es imposible no reconocer que fue una de las mayores aportaciones de la época y en el estudio del sujeto. Además de que sus ideas se han difundido extraordinariamente y constituyen una parte de la cultura.

Actividad H5P

Te invito a que realices la siguiente actividad.